viernes, 1 de julio de 2011

El Movimiento por la Defensa de los Animales " UN MOVIMIENTO MORAL"


La idea fundamental que guía el movimiento por la defensa de los animales la expuso Darwin hace un siglo y medio en su libro El origen del hombre: "ampliar el círculo de la consideración moral para que proteja a todo aquél que pueda sufrir y al que podamos hacer sufrir". De hecho, toda la historia de la humanidad puede leerse como una larga lucha para ampliar el círculo de la moral más allá de la propia familia, la tribu o la nación, superando las barreras del racismo y el sexismo, hasta unir a toda la humanidad en él, como Darwin esperaba que sucedería y como finalmente proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Pero hoy nos queda todavía una última barrera por superar: la del especismo, la explotación de las otras especies.

Más allá de esta idea que vertebra todo el movimiento por los derechos de los animales, existe una gran pluralidad de razones por las que diversos filósofos e intelectuales creen que deberíamos realizar esa ampliación del círculo moral. Y aquí encontramos desde la ética utilitarista y sin metafísica de Peter Singer, o la propuesta de Tom Regan de conceder derechos a los animales, hasta la noción de sacralidad de la vida y de respeto a todas las especies de Albert Schweitzer. Encontramos desde la compasión por los animales, inspirada en la visión pesimista y trágica de Schopenhauer, hasta la más alegre simpatía hacia las otras especies propuesta por Hume. En este sentido, es un movimiento tan rico en razones como la misma vida que intenta proteger.

Es importante destacar que el movimiento por la defensa de los animales no libra una batalla en solitario por una cuestión muy específica, sino que se integra en un movimiento más amplio por una sociedad menos violenta, animado por la convicción de que una sociedad no será justa si conserva espacios donde la crueldad sea legal, aunque sea crueldad contra los animales. Como ya advertían santo Tomás de Aquino o Immanuel Kant, la violencia contra los animales nos endurece el corazón, y puede llevarnos finalmente a tolerar o incluso a ejercer la violencia contra las personas.

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